Por Kimberly Vargas Morera
Psicóloga 7325
Nos la pasamos a ratos entre la vida y a ratos entre la muerte. Cicely Saunders dice que: “lo peor para una persona no es constatar que ha vivido y ahora debe morir, lo peor es comprender que no ha vivido y ahora tiene que morir”. Culturalmente no se acostumbra hablar de la muerte, y cuando lo hacemos, le colocamos una carga de humor para hacerla más llevadera, más ligera o tal vez mucho menos amenazante. Las velas se han vuelto puntos de reunión social, donde en medio del pesar que motiva el encuentro, también se observa el entusiasmo genuino de los terceros por encontrarse con otros, aquellos con quienes la vida los separa y la muerte ahora los reúne.
Nos referimos a la muerte con gran cantidad de calificativos: la pelona, la parca, la patrona, la flaca, la catrina, la calaca, la pálida… entre tantos otros y variados nombres locales y culturales; cabe destacar que todos y cada uno de ellos se crearon con el fin universal de evitar llamarla simplemente como lo que es, naturalmente: la muerte. Y es que la forma en la que nos referimos a la muerte, es un aspecto fundamental. En la cultura mexicana se trata de un amor nihilista hacia la muerte, se le teme pero se le quiere, representándola incluso con humor (la mortuoria picardía). Se convive con ella a diario no importa si es por medio de chistes, plegarias, refranes, ofrendas o creaciones artísticas y literarias. Lo cierto es, que la muerte siempre ha sido uno de nuestros dos más grandes misterios, conectada inherentemente con el primero de todos, el más grande: el misterio de la vida. Y bien lo retrata Albert Camus cuando dice: “lo que es una razón para vivir, es también una excelente razón para morir”. Vida y muerte se encuentran íntimamente conectadas, una no tendría sentido ni valor, sin la existencia y permanencia de la otra.
La vida, es un regalo, un derecho, un milagro, es un despertar cada día, no es una cosa es un proceso, porque no existe otra forma de conocer la vida, más que viviendo, estando vivo y fluyendo. El arte es una de las formas por excelencia más efectiva para conectar con nuestra esencia; nos invita a sentir, a vivir y a morir plácidamente. ¿Conocen ustedes el famoso poema de Amado Nervo: “En Paz”’?, sin duda alguna, una maravillosa y exquisita oda a la muerte. Séneca decía: “incierto es el lugar donde la muerte te espera; espérela pues, en todo lugar”. Tenerla siempre presente, nos lleva al borde, al límite de la probabilidad que puede ser cierta y es ahí donde entonces todo cobra sentido, porque todo es vida y al mismo tiempo todo es muerte.
Los romanos opinan que la muerte es nuestra verdad más cierta en horas inciertas. Todos sabemos que moriremos, aunque aún no sabemos cuándo. Hay una frase muy popular al abordar el tema de la muerte y se encuentra escrita en latín: “Memento Mori” la cual tiene por significado: “recuerda que morirás”. Y ante un escenario de muerte próxima o inminente, la pregunta que vale la pena replantearse, sería: ¿Qué harías diferente si hoy murieras?… – Y esa, sería entonces la respuesta y la forma de vivir hasta que mueras. Y es que al contrario de la muerte, la vida no te está esperando, la vida te está sucediendo ahora. Charles Chaplin mencionaba que “algo hay tan inevitable como la muerte y es la vida”.
Examínese cada cual su trayectoria, re evalué su existencia y pregúntese así mismo(a) : ¿me encuentro ahora, viviendo o sobreviviendo?. Sobrevives al trabajo, al estudio, al jefe, a las relaciones; sobrevives a las deudas, a los problemas y a las preocupaciones, o por el contrario vives, vives tu trabajo, tu jefe y tus relaciones, vives tus proyectos, tus metas y tus ilusiones.
Y esque obviamos con ligereza nuestra condición de finitud, por eso siempre la muerte es inoportuna e “inesperada”. Sin embargo, el anunciar su llegada o el conocer a priori nuestro destino, no hace que desaparezca el temor: ¿saben ustedes, porqué nos da miedo morir? La respuesta es muy sencilla; porque aún nos quedan cosas pendientes. Incluso si pudieras tener la oportunidad de elegir el momento de morir: ¿Elegirías ser el primero o el último?. Nunca hablamos de la muerte y resistirnos a ella, es resistirse inconscientemente a la vida. Queramos o no, nos la pasamos a ratos entre la vida y la muerte y ojala todos al igual que Neruda podamos confesar que hemos vivido y no pedirle disculpas a la vida por la veces que no la vivimos.
Acérquese y hablemos de la vida y de la muerte
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